

Vuelvo a insistir he considerado al hablar o escribir que para lograr entender sobre la temática abordada, es necesario definir previamente los conceptos, principio ahora, el duelo: condición del ser humano donde empieza a resentir la ausencia definitiva de una persona, causándole un dolor psicológico que puede manifestarse en cambios conductuales y que se hace acompañar casi siempre de algún malestar de índole físico. Entre paréntesis los trastornos físicos provocados por la pérdida de un ser amado pueden ser: dolor de cabeza, insomnio, pérdida del apetito, taquicardia, sudoración, disminución de la actividad sexogenital, cierto nivel de aletargamiento, inactividad. También aparecen ciertas perturbaciones psicológicas: miedo, pena, dolor, cólera, tristeza, ansiedad, desesperación, incredulidad, frustración, insatisfacción por el gusto de las cosas como situaciones y actividades que antes le provocaban placer, sensación angustiosa, pérdida de la concentración. Es probable que haya otros pero los que yo he encontrado son los mencionados; también están asociados no por casualidad a la depresión, por lo tanto tiene sentido que aparezcan después de una pérdida.
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Como algo muy personal aunque riña con lo plasmado por otros hago una diferenciación entre un duelo objetivo y subjetivo. Explico, un duelo objetivo es aquél donde la muerte está estrechamente relacionada con un ser humano e interviene sin parangón. En cambio el duelo subjetivo se vincula a una pérdida casi de cualquier tipo, repito de casi cualquier naturaleza, donde lo afectivo-emocional de todas formas está involucrado, el impacto, de la misma manera, será grotesco o desconcertante y afectará a la persona.



