
¡LA MATARON!
Deseo compartir una experiencia dolorosa muy especial, hace ya varios años atrás,
asesoraba la tesis a una alumna. Todo transcurría normalmente, su rutina era venir una
vez por semana, luego de un tiempo asistiendo de esa forma regular, desaparecía, al
principio me causaba cierto desconcierto, sin embargo llegué acostumbrarme a su forma de proceder.
Una mañana no puedo precisar la hora exacta me llama su hermana y me dice: “Licenciado mataron a Esmeralda”, corrió por todo mi cuerpo una sensación que no puedo explicar puntualmente cómo fue, pero recuerdo con mucha exactitud el golpe que recibí del cual quedé anonadado, no cabía en mi mente la noticia que había recibido.
De inmediato abrí la computadora y empecé a escribir una serie de sentimientos atribulados, no podía asimilarlo. Me encontraba sumamente aturdido, tampoco tenía conmigo a alguien en ese momento para decirle cómo me sentía y esa carga se hacía cada minuto que pasaba más pesada. Mi corazón palpitante o puesto de otro modo taquicárdico, se encontraba sumido en la profundidad de las tinieblas a punto de ahogarse, morir por asfixia, empezaba la inmersión, bajo un estado de shock logro salir del fondo y estabilizarme de nuevo, en ese intervalo me doy cuenta que el golpe recibido me había dejado aturdido totalmente.
Trataré de hacerles llegar cómo hice para hablar con ella en un monólogo: “Esmeralda, lamento cómo fue llamada a la presencia del Señor, no imaginé que fuera a tener un trágico final, ni por un momento pensé o tan siquiera visualicé que iba morir de esa forma. No se merecía terminar así, solo Dios sabe por qué a unos llama y a otros no, me siento muy triste”. A medida que voy escribiendo se siguen concatenando mis pensamientos, y no había manera de sacarlos todos de un solo golpe, estaban atascados. Conforme pasaban los minutos, el saber que no la volvería a ver, hizo que las lágrimas brotaran de mis ojos y comencé a llorar desesperadamente, lloré por varios minutos, tuve la oportunidad de la privacidad para hacerlo, y haber llorado me tranquilizó. La pregunta siempre era la misma “usted no merecía ser asesinada: “por qué Esmeralda”… “por qué Esmeralda”… “por qué Esmeralda”…, “. Sé que no puedo hacer nada pero pienso en algo, dada la relación que existió de asesor a asesorada. Me permito una fantasía que en este instante surge dentro de esa tormenta de ideas y dice así: “algún día yo también seré llamado, el proceso final del crecimiento llegará a su final irremediablemente, tengo la esperanza de encontrarla y terminar ese trabajo de tesis que como gestalt abierta se quedó, la vamos a cerrar; me pondré a su disposición para continuar y tener la oportunidad que las autoridades del cielo revisen y aprueben su trabajo, para graduarse y obtenga el grado de licenciada”. La buscaré entre todos los inmortales de espíritu para regocijarme de un logro que aquí en la tierra quedó detenido; en otro lugar, que no puedo decir con exactitud, ni describir tan siquiera cómo es, haremos el espacio necesario, el tiempo aquí ya no cuenta; la eternidad es quien marcará esa diferencia, dimensión que permitirá finalizar su trabajo de investigación. Adiós Esmeralda…
Si lo analizamos desde la perspectiva del A.T., (Análisis Transaccional) mi niño libre se soltó, tuvo oportunidad de expresar algo que sentía en mi corazón atribulado por la muerte de una persona donde la catexis objetal estuvo presente.