




No es necesario ser psicólogo para percibir el estado anímico de alguien en particular cuando se avecina la muerte. Es preciso considerar que en el psiquismo de algunas personas no cabe ni siquiera la posibilidad que alguien esté muriendo, vaya a morir o haya muerto; es aquí donde puede hablarse del uso de la negación, racionalización, mecanismos de defensa contemplados por la corriente psicoanalítica, que explican cómo puede la mente evitar el sufrimiento. A pesar de todo no siempre se logra en el intrincado laberinto de la mente hacerlo pues dependerá en mucho de ciertas condiciones.
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Hoy escribiré acerca de una persona a quien atiendo y tiene un cáncer ubicado en el área pélvica que le impide recibir cualquier tipo de tratamiento.
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Hace unos meses no recuerdo cuánto tiempo ha transcurrido, recibo una llamada telefónica y me saluda una persona de manera muy cordial, quien eventualmente será mi paciente, luego pregunta si la puedo atender, le respondo que sí. Como es costumbre en el inicio de una relación psicoterapéutica pregunto cuál es la razón para buscar asesoría psicológica, la respuesta no se hizo esperar: “tengo cáncer”, palabra mortal que lleva para la mayoría de las personas la sentencia de una muerte segura. Me sorprendo pues nunca esperé recibir esa respuesta tan espontánea, con mucha serenidad por la vía telefónica. Hacemos la cita en un día y hora convenidos.
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En su primera cita y subsecuentes viene una señora de piel morena, muy bien arreglada de cara un tanto alargada, pelo corto entre liso y blondo muy bien peinado, ojos negros, nariz recta, boca mediana, labios delgados, dentadura en su arcada superior e inferior bien posicionadas, maquillada, complexión atlética de más o menos un metro cincuenta centímetros de estatura, peso aproximado ciento cuarenta libras, con un cuidado en su arreglo personal y atuendo muy delicado; viste blusa, saco y pantalón, lleva una bolsa grande con ella. Cuenta con aproximadamente sesenta años, anímicamente su estado es eutímico.
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Inicio el trabajo de recolección de información permito que hable, solo intervengo lo necesario, narra con detalles cómo se entera que tiene cáncer, debo tener mucho cuidado para no caer en la contratransferencia, pues arruinaría todo el desarrollo de una psicoterapia, cuyo objetivo principal es: ayudar al paciente a vivir con lo que le agobia o le está lastimando y "conducirlo" hacia un cambio. Su preocupación principal…, cómo será el momento de la muerte cuando llegue, habrá dolor, en segundo término su única hija y nieta cómo las va a dejar…, no por ser menos importantes están en segundo lugar, es simplemente una cuestión de índole circunstancial en el relato de esta historia.
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Mi paciente estuvo al inicio de la psicoterapia en fase de regateo, aquí la persona se dispone a buscar médicos y cualquier clase de ayuda, su deseo imperioso es descartar la “sentencia de muerte”. En estos casos cuando los profesionales no llenan sus expectativas de curación, empiezan con otras opciones, medicina natural, someterse a otros tratamientos que aún se encuentran en fase de experimentación. También hago la salvedad, son presa fácil para caer en manos de personas inescrupulosas, quienes ofrecen productos “medicinales”, "procedimientos que curan" a precios exorbitantes que por lo caro parecen ser muy buenos. No digamos mucho el objetivo de esta gente es enriquecerse a costas de la enfermedad del enfermo.
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Esta persona buscó ayuda psicoterapéutica en momentos difíciles particularmente cuando conoce su cercanía con la muerte, es muy complicado saberse diagnosticado con un schwannoma (pero lo más complejo a la fecha por el lugar donde se encuentra ubicado, no admite cirugía, ni quimioterapia, ni radiación, se lo puede palpar, únicamente procede un control y estar pendiente de su evolución. En una de sus visitas al -IGGS-, una médico le indicó que el tumor podría estar migrando y lo haría susceptible de alguna intervención terapéutica, sigue habiendo esperanzas. Refiere ser muy cuidadosa en la dieta alimenticia sin el consumo de azúcar, pues si lo hace le da “oportunidad de crecimiento al tumor”. “Pensar que voy a morir, pues me han diagnosticado cáncer sin ninguna posibilidad de optar a un tratamiento… me angustia, me preocupa, me da miedo, cuando algún dolor aparece sin importar el lugar; inmediatamente pienso, esta babosada ya se extendió”.
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Es bastante complicado saber de su propia muerte aunque no tiene noción acerca del día y la hora <nadie lo sabe> pero su proximidad relativa le hace vulnerable la coloca en una situación de angustia. Puedo decir que es una paciente diligente que asiste regularmente a sus citas, sólo cuando por cuestiones de trabajo no puede venir se traslada para otro día.
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Sigue viva en la actualidad y continua su proceso psicoterapéutico bajo la perspectiva psicotanatológica.