Edgar Arnoldo Larios Obando, M.A.
PSICOTANATÓLOGO
En este documento está escrita una breve experiencia de mi vida en el ejercicio profesional como psicotanatólogo, al auxiliar a pacientes terminales en su acercamiento con la muerte, algunos de ellos me dieron la oportunidad de asistirlos antes de morir. La familia jugó un papel determinante al consentir que el experto hiciera su intervención, otras veces a pedido de los médicos tratantes, otras veces cuando los moribundos habían sido dejados casi a un nivel de ~abandono~ en el hospital.
Hablar de la Muerte puede ser considerado absurdo cuando estamos llenos de vida, pero las cosas no son así, algo que está marcado por el círculo de la vida es un final irremisible. Todo ser vivo llegará a cerrar su círculo, ¿cuándo, cómo y dónde tampoco lo sabemos?, estoy destacando simplemente algo que ya sabemos. Hoy, mi única pretensión ha sido que en nuestro país Guatemala, la estructura mental y social genere cambios que aunque pequeños, nos permitan aprender a enfrentar el vacío que puede dejarnos la intervención de la Muerte.
Una de las situaciones más difíciles para el moribundo como para los familiares es decir adiós. Recuerdo cuando llegué al hospital donde estaba internada mi mamá y le hablé al oído para decirle que ella podía decidir cuándo “viajar”. Presenciar su estado agónico fue muy triste y doloroso. No dilató mucho tiempo con vida, murió y di gracias a Dios por habérsela llevado. Sufría y verla en ese estado produjo un arremolinamiento de sentimientos encontrados, difíciles de manejar, especialmente estar a la espera de la Muerte. La fuerza de los lazos afectivos hizo más difícil aceptar que ya no la volvería a ver, por consiguiente puedo decir que evado de alguna forma explicarlo, porque no recuerdo el funeral ni el día que fue enterrada. Un detalle curioso que llega a mi memoria, fue escuchar decir a mi papá en voz alta durante la misa: “ya es tarde”...
El enfoque de la narrativa pretende abarcar desde el momento cuando se conoce la cercanía de la Muerte, particularmente cuando se tiene una enfermedad terminal, las implicaciones que la misma conlleva respecto del moribundo y los parientes que en poco, mediano o largo plazo únicamente les quedará el recuerdo de aquél quien fue un pariente o amigo.
Tomé en cuenta conceptos tales como: negación, ira, regateo, depresión, aceptación, legado de un gran valor entregado al mundo por la Dra. Elizabeth Kübler-Ross, eminente psiquiatra, a quien he leído y admirado por sus escritos. Ella establece las bases de la moderna tanatología o dicho de otra forma: “asistir y ayudar a morir a un enfermo…” La Dra. Kübler-Ross, a través de su trabajo como agente de salud mental, al visitar diariamente a sus enfermos en el hospital, encontró diferentes tipos de posturas cognitivas o dicho de otra manera formas de pensamiento. Haciendo una comparación, existe una simillitud aunque muy tenue de los estadios nombrados en la primera línea y segunda líneas de este párrafo, con algunos mecanismos de defensa freudianos, pues hay que recordar que éstos buscan que la persona no se descompense y sucumba.
Las investigaciones de la Dra. Kübler-Ross dieron como resultado que las personas necesitan acicates para sobrellevar el camino hacia a la muerte. Los estadios como bien se les pueden llamar; pueden explicar mejor la posición de los pensamientos y afectividad del enfermo terminal.
He pensado después de muchos años que en algún sentido los familiares también sin darse cuenta utilizan los estadios para no sentir tanto dolor.
"La muerte, temida como el mas horribles de los males,
no es, en realidad, nada, pues mientras nosotros somos, la muerte no es,
y cuando ésta llega, nosotros no somos."
Epicuro
Cuatro factores:
Enfermedad
Agonía
Muerte
Duelo
De una manera aritmética se encuentran ordenados estos conceptos en la vida de una persona, el primero en presentase es la enfermedad, condición humana que todos hemos pasado, corresponde a un desequilibrio que altera nuestra cotidianidad, si bien fuera algo simple como un refriado fácilmente remitirá. Pero en la situación actual esto no admite ni la más simple comparación, de una manera lenta pero mortal el virus entra en el organismo y la muerte llega pronto si no es atendido antes de que la enfermedad haya consumido al individuo.
No se requiere estudio ni preparación académica para verificar el orden en que aparecen cada uno de ellos tienen sus características propias y llevando ese orden riguroso hacen su aparición. La agonía y la muerte simplemente deben esperarse que lleguen y podría ser motivo de atención en otra oportunidad.
Era necesario únicamente, hacer alguna conexión con los factores anteriores para hablar sobre el duelo, el motivo de interés de esta intervención, el duelo: responde a una pérdida de alguien o algo que para mí fue muy importante en mi vida, la falta permanente provocará un sufrimiento psicológico obligado a resolverse para no tener que soportar lo indecible, y donde entraría un quinto elemento la depresión: conocida como estado anímico de tristeza en sus diferentes gradaciones, de no resolverse descompone por así decirlo nuestra vida ordinaria y en el caso extremo llega la muerte de quien aparece como doliente, hago una aclaración si alguien me pregunta en cuánto tiempo puede darse respondería, no podría decirlo el abanico de la espera podría empezar en unos cuantos segundos, minutos, horas, días, semanas, meses o hasta un par de años. Es muy sencilla nuestra condición humana, hoy vivimos más adelante sin saberlo con precisión moriremos.
El coronavirus tiene sus propias normas, la enfermedad y la muerte causada por él queda totalmente excluida de la vida cotidiana y los familiares se quedan solos con la pérdida del ser querido.
Incluso en el duelo,debido a que las personas no pueden visitarse entre sí, los amigos y familiares no pueden reunirse en persona para compartir recuerdos del difunto. No puede darse un abrazo reconfortante y no hay una ceremonia fúnebre para participar juntos.